Siendo honesta, creo que siempre he tenido un profundo conflicto de personalidad. Siempre he sufrido una metamorfosis radical, profunda y compleja a través de las múltiples etapas de mi vida. Antes, consideraba esto como un evento nefasto, como un motivo para retroceder en mis pasos y arrepentirme, gracias a que me había hecho creer a mi misma, por medio de diversas experiencias tormentosas, que la exploración, ensayo y error inclusive sobre nosotros mismos era un método aberrante de andar por la vida. Pero gracias a la persistencia de mi infinita, e inclusive extravagante ingenuidad, me he dado cuenta de lo valioso que es el conocerme a sí misma en todos y cada uno de los actos que acontecen en mi vida, en cada manifestación de bondad, de fascinación y de asombro. Y el equivocarme en mi camino es sólo una forma en la que aprendo qué es aquello y lo que realmente me pertenece.
Ahora mismo, me siento afortunada de tener la facilidad de transformarme de formas tan repentinas, abruptas y contrastantes, puesto que he adquirido la capacidad de expandir mi Universo hasta fronteras difícilmente inimaginables.
Siento una gran curiosidad por la exploración interna, ya que dentro de nosotros mismos podemos encontrar miles de kilómetros de encantadores y mágicos caminos, los cuales se alargan aún más cuando los recorremos, convirtiendo a la vida en una experiencia extraordinaria que no tiene fin. Creo que una de las cosas que como seres humanos siempre buscamos, es el autoconocimiento, saber quiénes somos y de qué estamos hechos, muchas veces tratando de que esto nos ayude a saber hacia a dónde vamos. Personalmente, considero este andar como la esencia conceptual de mi trabajo, puesto que siempre me he sentido intrigada hacia el Universo que habita en mi interior, así como considero vital el cuestionar con pasión y una pizca de ingenuidad, la veracidad de lo que existe en él.
También creo que los seres humanos nacemos condicionados por lo que nos rodea, incluso desde el vientre materno, y las cosas que vivimos, aprendemos y experimentamos nos ayudan a construir nuestro mundo. Las relaciones que tenemos con otros Universos (otras personas) también son parte del desarrollo de nuestro cosmos interior, la empatía y la compasión sin duda son sumamente vitales para un crecimiento mutuo. La curiosidad, la inocencia y la pasión con la que se comparte el Macrocosmos son uno de los nutrientes más relevantes de mi búsqueda.
Me gusta utilizarme como mi modelo en cada una de mis obras para tener una conexión irrompible y personal en cada una de ellas, pero esto sobrepasa los límites de una imitación de mí misma, puesto que es prácticamente irreconocible el ser que se encuentra en mis lienzos, lo que ayuda a que el espectador se desligue de mi forma física y empiece a razonar y sentir la obra como un ente totalmente nuevo, distinto a la mujer que le narra su historia.
Estéticamente, siento una fascinación hacia la astronomía, la física teórica y la exploración del Universo material. No puedo describir con palabras el asombro que me inunda cada vez que, a través de divulgaciones científicas y teorías de diversos astrónomos, me doy cuenta de lo parecido que funciona el Cosmos con mi cuerpo y espíritu. Es una sincronía maravillosa.
La filosofía budista y el pensamiento crítico inspiran la analogía de mis cuadros y su estructura conceptual, puesto que he encontrado en la búsqueda del ser y el cuestionamiento de lo externo e interno, una llave de paz y tranquilidad que me impulsa a trabajar con más alegría, con más filosofía y un indudable sentimiento de amor tanto al prójimo como a mi misma. Percibir cómo mi espíritu latente encuentra una indudable empatía hacia otros Universos, tanto en planos físicos como espirituales, es una experiencia extraordinaria.
La reflexión metafórica y la Alquimia le brindan la representación tangible. Los símbolos e iconologías antiguas inspiran formas y metáforas en mis personajes, dándoles triángulos, círculos, parábolas y botellas al mundo visible de mi obra. Esto me ayuda a darle una imagen visible a mis trabajos, basándome en una extensa gama de color que vibra a cada parpadeo, considerando éste elemento como sumamente relevante para darle vitalidad a mis personajes y la ausencia de él, como una inexactitud. La diversidad de textura y los elementos oníricos son también sumamente relevantes para su formación.
Francamente, encuentro en mi trabajo un portal hacia mi propio ser, en el que me propongo a indagar si lo que expreso en el exterior es realmente lo que palpita en mi espíritu. Que si bien es una obra muy íntima, el hecho de que otras personas puedan encontrarse, inspirarse e incluso, simplemente parpadear continuamente al mirar uno de mis seres, aporta al alma de la obra una esencia vital y trascendente, más allá de lo que yo misma puedo lograr por mi propio ego. Simplemente, soy feliz cuando siento que a través de mi trabajo, puedo aportarle algo mucho más significativo y positivo al mundo, de lo que me aporto a mi misma en un principio.
De que si para otros Universos, tengo razón o no en el pensar así, no es importante. Al fin y al cabo, es arte.
Resulta bastante afortunado leer el texto, tu texto y contexto de lo que describes. No sé que signifique verdaderamente la frase: “mis respetos” pero, lo que sí abordas, es darle vida a las palabras. Un saludo.
ResponderBorrarVas por buen camino amiga, sigue asi ke eres pura inspiración...salud¡¡
ResponderBorrarHola Mariana, me gustaría escribirte y preguntarte cómo hiciste para publicar el cuadernito de poesías del Hospital Moyano. Gracias, saludos
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